Manuel Martín Nieto es uno de los máximos responsables del intenso brote naturalista que caracteriza la evolución y la brillante transformación de la escultura neobarroca andaluza en las dos primeras décadas del siglo XXI. Establecido en Morón de la Frontera, su actividad se proyecta por toda Andalucía y buena parte de España, con unas notas de calidad que lo distinguen y avalan en el nutrido grupo de grandes escultores sevillanos de nuestro tiempo.
Su formación material en los talleres de Manuel Guzmán Bejarano, Manuel Hernández León y José Antonio Navarro Arteaga, le aportó un sólido dominio del oficio, condición imprescindible para el desarrollo de un estilo personal y de la maestría a la que ha llegado después de dos décadas de trabajo ininterrumpido. Con ellos se inició en la estética neobarroca, a la que siempre ha mostrado un profundo aprecio; sin embargo, varios factores lo distinguen de sus maestros y de los escultores afines coetáneos.
En un sentido estricto del concepto neobarroco de la escultura, hay que destacar el interés de Manuel Martín Nieto por referencias ajenas al contexto sevillano, como el gran escultor castellano Luis Salvador Carmona, decisión que lo distingue de todos sus coetáneos y sólo cuenta con el antecedente de Antonio Eslava Rubio, uno de cuyos modelos fue Francisco Salzillo. Esa amplitud de miras dentro de los parámetros fijados por el movimiento neobarroco es infrecuente y supone una nota característica que lo define.